Aunque el primer baño con tu pequeño y retorcido recién nacido puede parecer un poco complicado al principio (los bebés son muy escurridizos cuando están mojados), una vez que los dos os hayáis acostumbrado, el baño puede convertirse en una forma estupenda de estrechar lazos. Para un bebé, el simple hecho de bañarse es una gran experiencia sensorial. Añádele una canción y algunos sonidos tontos (o relajantes) y ya tienes un éxito para la hora del baño. No seas tímida: da rienda suelta a la cantante que llevas dentro y canta una mezcla de canciones hechas para la bañera (como "Splish Splash" y "Rubber Ducky") o tu última canción favorita de la lista de reproducción. A tu bebé le encantará (aunque desafines) y ampliarás sus conocimientos musicales y lingüísticos. Puedes aplaudir (y enseñarle a juntar las manos) o darle golpecitos en la rodilla para enseñarle el ritmo (aquí tienes otras actividades divertidas que ayudan a la motricidad gruesa).
Juguetes para el baño
Hay tantos juguetes para el baño que te resultará fácil encontrar los que le gusten a tu bebé (lo difícil será guardarlos todos). Los mejores aumentan la diversión de la hora del baño al desarrollar las habilidades del bebé. Los patitos de goma y otras criaturas acuáticas fomentan el juego imaginario; los vasos y tamices de plástico enseñan a tu hijo a llenar y verter; y las letras y números que se pegan a las baldosas de la bañera le inician en el abecedario y el 123. Puedes bañar a tu bebé en cualquier momento del día. Conviene elegir un momento en el que esté relajado y no le interrumpan. Y evita bañarlo cuando tenga hambre o justo después de comer. Chapotear es una parte importante de la diversión de tu bebé durante el baño. Pero para muchos bebés, el placer consiste en chapotear, no en chapotear. Así que, por muy tentador que sea, no le devuelvas las salpicaduras. Si a tu bebé le gusta el baño y parece que le relaja, puedes utilizarlo como una forma de tranquilizarle por la noche. Algunos bebés duermen más después de un baño nocturno.