Es fácil dar por sentada la facilidad con que nuestros cuerpos realizan diversos movimientos, pero en realidad son como máquinas complejas que requieren la coordinación de cientos de músculos, grandes y pequeños, para realizar incluso la tarea más sencilla. Yendo aún más lejos, los humanos tenemos la capacidad de utilizar nuestras manos y dedos para aumentar enormemente la función y destreza que empleamos para hacer de todo, desde escribir cartas hasta abrir puertas. Todo esto es gracias a la motricidad fina, pero cuando hay retrasos o desafíos en el desarrollo de estas habilidades, puede causar muchas dificultades para realizar las tareas cotidianas. He aquí algunas de las principales cosas que hay que saber sobre los problemas de motricidad y lo que puede hacerse para resolverlos.
Motricidad fina frente a motricidad gruesa
Cuando se habla de motricidad, se suele dividir en dos grandes grupos: gruesa y fina. Tanto la motricidad fina como la gruesa se centran en el movimiento y en cómo el cuerpo utiliza los músculos para realizar diversas acciones en la vida diaria. Sin embargo, la principal diferencia entre la motricidad fina y la gruesa es que la motricidad gruesa se ocupa del movimiento con los grupos musculares más grandes, como los brazos y las piernas en su conjunto, y permite a los bebés y los niños hacer cosas como sentarse, andar y gatear. La motricidad fina, en cambio, se centra en los grupos musculares más pequeños que se encuentran en las manos, los dedos y las muñecas. Estas habilidades pueden ser especialmente importantes porque son cruciales para realizar muchas tareas básicas que ayudan a ganar independencia, como escribir, comer y vestirse. Tanto la motricidad gruesa como la fina tienden a desarrollarse juntas y en etapas graduales, por lo que los retrasos pueden detectarse ya en la infancia. Con este conocimiento, se pueden completar las evaluaciones y la terapia puede ayudar a abordar estos problemas para ayudar al niño a ganar tanta función como sea posible.
Causas principales
Aunque no siempre existe una causa específica a la que se atribuyan los problemas de motricidad fina, un trastorno que puede considerarse una razón común es el denominado trastorno del desarrollo de la coordinación (TDC ), también conocido como dispraxia. El TDC tiende a afectar a todas las formas de habilidades motoras y puede causar problemas con el movimiento y la capacidad de predecir los resultados del movimiento. Por ello, puede tener un impacto significativo en todo, desde el equilibrio, la coordinación e incluso las funciones de aprendizaje. El DCD se considera un trastorno para toda la vida, pero con el tratamiento y las terapias adecuadas se puede mejorar.
Hitos de la edad
Aunque los bebés y los niños son todos únicos y se desarrollarán a ritmos diferentes, hay algunos hitos que pueden ayudar a los padres, médicos y terapeutas a entender mejor qué buscar en términos de desarrollo para ver si el niño está luchando con algunas habilidades que podrían abordarse con la ayuda de la terapia de motricidad fina. Éstos son algunos de los fundamentos básicos que hay que vigilar en los bebés y niños pequeños a medida que crecen:
3 meses
A los 3 meses, el bebé aún no controla totalmente los brazos y las piernas, pero es capaz de realizar movimientos sencillos, como llevarse las manos a la boca. También suelen ser capaces de aflojar el agarre de las manos, que antes se veían cerradas en un puño apretado. Los padres o los evaluadores también pueden observar que el bebé empieza a estirar un poco el brazo hacia arriba en dirección a un móvil o cualquier otro tipo de juguete colgante que llame su atención.
De 3 a 6 meses
A los 6 meses, el bebé empezará a adquirir una mayor función motora fina. Será capaz de sostener juguetes con ambas manos durante poco tiempo y realizar movimientos más complicados, como mover y agitar objetos. También debería ser capaz de utilizar los dos brazos a la vez e incluso juntar las manos sin demasiado esfuerzo.
De 6 a 9 meses
En este momento, los bebés se sienten más cómodos con los movimientos de sus manos y, de forma natural, las tienen abiertas en lugar de apretadas. Serán capaces de realizar acciones más avanzadas, como apretar objetos y coger objetos pequeños con los dedos índice y pulgar.
De 9 a 12 meses
Entre los 9 y los 12 meses, los bebés no deberían tener verdaderos problemas para coger objetos e interactuar con ellos de forma más significativa. Ya sea agarrando un juguete, sosteniéndolo durante más tiempo o chocando dos objetos, ahora controlan mejor estas interacciones. Además, los bebés de esta edad también son capaces de llevarse objetos a la boca con más control, lo que les ofrece la oportunidad de alimentarse por sí mismos con alimentos sencillos que pueden coger con los dedos o beber de tazas para sorber.
De 12 meses a 2 años
A partir del primer año, el desarrollo del niño crece a pasos agigantados. No sólo debe ser capaz de interactuar con juguetes y objetos, sino de hacerlo de formas que requieran una destreza más matizada. Esto incluye acciones como sujetar un lápiz y garabatear en un papel, apilar bloques, completar rompecabezas sencillos y el uso simplista de cubiertos para comer.
Diagnóstico y tratamiento
Estos hitos del desarrollo abarcan algunas de las primeras etapas del desarrollo de la motricidad. Sin embargo, las habilidades motrices finas y gruesas de un niño seguirán desarrollándose a lo largo de su primera infancia y adolescencia. Habrá otros hitos que los niños deberían ir alcanzando a medida que avanzan en la educación infantil, como el preescolar y la guardería. Los niños deberían ir mejorando y precisando el control de la motricidad fina, lo que puede observarse de diversas formas, como al escribir a mano o al vestirse de forma independiente. A medida que los niños crecen, resulta más fácil detectar las lagunas en su desarrollo.
Si resulta evidente que un niño se está quedando atrás o existe una preocupación temprana sobre problemas de movimiento, el primer paso durante este proceso sería llevar al niño a una evaluación profesional con un profesional sanitario como un terapeuta ocupacional o posiblemente un fisioterapeuta. Dependiendo de la situación de cada familia o del seguro médico, puede ser necesario que el médico de atención primaria del niño lo derive primero. El terapeuta ocupacional se tomará el tiempo necesario para evaluar al niño y ver en qué punto se encuentra en relación con los hitos del desarrollo de otros niños de su edad, así como para detectar otras posibles causas o problemas que puedan estar provocando retrasos.
Una vez evaluado el niño, el terapeuta puede hacer un diagnóstico basado en lo que ha visto mientras trabajaba con él. Lo más probable es que el diagnóstico sirva de base para el plan de tratamiento. El plan de tratamiento consistirá probablemente en una serie de ejercicios o actividades específicos diseñados para ayudar a corregir o apuntalar las áreas de deficiencia que se hayan detectado o diagnosticado durante la evaluación. Estas actividades pueden consistir en cosas sencillas, como una práctica individualizada adicional, o en instrucciones más específicas sobre cómo realizar determinados movimientos o tareas con ajustes y comentarios del terapeuta. A medida que continúe la terapia, los músculos y el cerebro empezarán a acostumbrarse a estas tareas motoras y desarrollarán cada vez más conexiones neuronales para que les resulte menos difícil realizarlas. Aunque esto parece fácil, dependiendo de la afección y del alcance del diagnóstico, puede ser un proceso largo que requiera múltiples visitas a los terapeutas, a menudo semanales o más al principio.
Opciones asistenciales para niños que reciben terapia de motricidad fina
Con Care Options for Kids, tenemos un gran equipo de terapeutas ocupacionales y fisioterapeutas que pueden ayudar tanto con las evaluaciones como con los tratamientos. Care Options for Kids tiene una clara ventaja sobre los tipos convencionales de terapia en que el terapeuta vendrá a su casa o a la escuela de su hijo. Acudir a las citas sanitarias y terapéuticas puede ser estresante para todos los implicados. Los niños pueden ponerse ansiosos en entornos desconocidos o comportarse de forma diferente a como lo harían en un lugar cómodo y familiar, lo que podría retrasar su progreso al tener que adaptarse a un nuevo entorno. Además, las ausencias del trabajo para acudir a las citas diurnas o las citas y actividades de otros miembros de la familia también pueden causar dificultades o conflictos de horarios. El hecho de que el terapeuta se desplace a su domicilio permite a su hijo iniciar la terapia con una gran ventaja que elimina uno de los obstáculos más comunes a los que puede enfrentarse un terapeuta al principio del tratamiento. Además, como la terapia tiene lugar en el hogar, también facilita que la familia participe en las sesiones y se traten temas específicos personalizados que pueden ayudar a que la vida familiar diaria sea más fácil para todos. Cuando las sesiones se realizan en su domicilio, ya no hay que preocuparse por los desplazamientos, los entornos estériles e intimidatorios o la falta de participación de la familia. La atención puede centrarse exclusivamente en que su hijo reciba un tratamiento de la máxima calidad sin ningún estrés añadido.
Si cree que su hijo tiene problemas con sus habilidades motoras, no alcanza sus hitos de desarrollo o podría beneficiarse de la terapia a domicilio, no dude en ponerse en contacto para solicitar más información.