Rabietas en niños pequeños

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Habladores tardíos: Intervenir o no intervenir

19 de diciembre de 2022

Por Care Options for Kids

Todos hemos visto, oído o experimentado alguna vez en nuestra vida una rabieta de un niño pequeño. Ya sea el niño que grita en el avión, el que está sentado en medio de la acera y se niega a levantarse o a moverse, o el pequeño que no quiere la comida que le han servido y monta una escena, estas cosas pueden ser angustiosas para todos los implicados. La buena noticia es que, aunque las rabietas pueden ser situaciones incómodas, suelen ser un intento de comunicación por parte del niño y ofrecen una oportunidad de crecimiento y aprendizaje tanto para él como para sus padres. Comprender un poco mejor lo que puede estar ocurriendo y disponer de algunos trucos o estrategias que ayuden a minimizar su impacto puede ayudar a los niños a desarrollar sus habilidades comunicativas para que sean más capaces de expresar sus necesidades. Veamos algunas de las causas y algunas posibles soluciones.

¿Cuáles son las causas de las rabietas de los niños?

A menudo, las rabietas tienen su origen en la falta de capacidad para comunicar sentimientos. Cuando un bebé sólo tiene uno o dos años, no dispone de las capacidades lingüísticas necesarias para hacerte saber que tiene hambre, que está cansado o que necesita que le cambies el pañal. Por eso, las rabietas estallan porque son uno de los únicos métodos que conocen.

 de llamar la atención y satisfacer sus necesidades. A medida que crecen, las rabietas pueden seguir produciéndose por falta de habilidades comunicativas, pero también se convierten en una forma de afirmar algún tipo de poder o control. A los tres o cuatro años, los niños se vuelven más independientes, pero también pueden sentirse abrumados por este nuevo nivel de estimulación que supone interactuar más con el mundo. Cuando tienen una rabieta, puede ser una forma de hacerse con el control llamando la atención de los padres para asegurarse de que las cosas siguen siendo seguras.            

En cualquier caso, no se trata de un fracaso o una crítica por parte de los padres, sino simplemente de una forma natural de desarrollo de los bebés y los niños pequeños. Las rabietas no son necesariamente algo que haya que "arreglar", sino más bien un comportamiento evolutivo que hay que abordar a medida que el niño envejece para que se formen hábitos de comunicación saludables y las rabietas no acaben convirtiéndose en la práctica habitual del niño para conseguir lo que quiere.

¿Se pueden prevenir las rabietas?

Aunque las rabietas son naturales, no cabe duda de que a menudo pueden aparecer en los momentos más inoportunos. No hay padre que quiera lidiar con un niño gritando en un avión o en medio de un restaurante. Para esos momentos, la prevención puede ser la mejor opción. Si es posible, conozca los factores desencadenantes de su hijo. ¿Se pone de mal humor si no duerme la siesta a una hora determinada? Intenta mantener ese horario sobre la marcha teniendo a mano su mantita favorita y un cuento para dormir. ¿Necesitan hacer cosas constantemente? Lleva un libro de actividades y colorea con él. ¿Tienen hambre si no comen cada pocas horas? Lleva tentempiés para evitar que se pongan de mal humor. Ser capaz de distraer a tu hijo cuando se enfrente a personas y entornos desconocidos puede ayudar mucho a mantener a raya una posible crisis.

Cómo abordar las rabietas cuando se producen

A veces, hagas lo que hagas, se va a producir una rabieta. En estos casos, ¡que no cunda el pánico! Aquí tienes algunas formas de volver a poner las cosas en su sitio.

Asegúrese de que usted y su hijo están a salvo

Ya sea en casa o en un entorno público, lo primero y más importante que hay que hacer es garantizar su seguridad, la de su hijo y la de todos los que le rodean. Por ejemplo, si se produce una rabieta en una tienda llena de objetos rompibles o en medio de un paso de peatones, la prioridad número uno es encontrar un lugar seguro fuera de peligro, por mucho que el niño se resista a que lo cojan y lo muevan. Una vez que se ha retirado a todo el mundo de cualquier tipo de situación precaria, se puede abordar la rabieta en sí.

Establezca límites con calma

Es comprensible que te asustes cuando tu hijo tiene una crisis, sobre todo en público, pero es importante que intentes mantener la calma, porque enfadarse y levantar la voz puede acabar creando un problema mayor. Si el niño muestra agresividad física, como golpes o patadas, hazle saber con calma pero con firmeza que no vas a tolerar ese comportamiento. Explícale que está bien tener sentimientos, pero que no está bien hacer daño a los demás o a sí mismo. Si la rabieta es más vocal, con gritos y llantos, un tono de compasión puede ser más beneficioso y, a veces, incluso un abrazo puede hacer mucho para calmar la situación.

Intenta encontrar la raíz de la rabieta

A veces el origen de una rabieta es muy obvio, como cuando le dices a un niño que no puede comer más caramelos o se le rompe un juguete, pero en otros casos parece surgir de la nada, lo que a menudo confunde y frustra a los padres. Es difícil encontrar una solución cuando aún no se ha descubierto el problema. Para entender mejor por qué su hijo está enfadado, puede ser útil preguntarle qué emociones está sintiendo. ¿Está enfadado, triste o cansado? ¿Tiene miedo? Puede que le resulte difícil expresar exactamente lo que le molesta, pero una mejor comprensión de la emoción puede dar suficiente información para ayudar a calmarle.

Disponer de un plan

Uno de los aspectos positivos de cada rabieta es la oportunidad de comprender mejor los factores desencadenantes de un niño y qué tipo de técnicas funcionan para ayudar a calmar futuras rabietas. Algunos niños responden realmente al tacto y puede que sólo necesiten un abrazo, mientras que otros pueden estar sobreestimulados y requerir simplemente un tiempo fuera en un entorno tranquilo. Una vez que tengas una idea de lo que es útil, puedes crear un plan y una especie de caja de herramientas para tener a mano en caso de que veas que se avecina una rabieta. Cosas como tentempiés, juguetes sensoriales o incluso una manta para acurrucarse pueden reducir drásticamente el tiempo de una crisis y ayudar al niño a superar las emociones angustiosas.

Cumplir las peticiones originales

Una vez que la tormenta empiece a remitir, es muy importante cumplir todas las exigencias que se hayan hecho antes o durante la rabieta. Esto significa que si el niño tuvo una rabieta porque insististe en que limpiara un estropicio antes de jugar con otro juguete, seguirá teniendo que limpiar el primer estropicio. Si el niño aprende que una rabieta puede ser una forma de librarse de cualquier acción contra la que se estaba rebelando, va a reforzar el comportamiento, lo que significa que los futuros intentos de domar la rabieta serán mucho más difíciles. Cuando se cumple la petición original, se establecen límites sanos que demuestran que el niño tiene que hacer lo que se le pide, aunque al principio le molestara.

No prestes demasiada atención a la rabieta una vez controlada

Del mismo modo que debes cumplir todas las peticiones que hayas hecho, también debes evitar prestar demasiada atención a la rabieta en su conjunto. Esto se debe a que, al igual que cuando se le deja que se porte mal, prestarle demasiada atención también refuerza la creencia de que montar una escena es la forma de satisfacer sus necesidades. Dejarlo pasar sin demasiado esfuerzo, enseña al niño que esa no es la manera de ganar la batalla.

¿Cuándo son las rabietas motivo de preocupación?

Como se ha dicho anteriormente, las rabietas son una parte común y natural del desarrollo de un niño, sin embargo, puede haber algunas cosas que pueden ser motivo de preocupación y podrían requerir la ayuda de un especialista. Algunas cosas a las que hay que prestar atención son

  • Comportamiento agresivo constante, como pegar o dar patadas.
  • Las rabietas se hacen más constantes o duran más
  • No conseguir que su hijo coopere en absoluto.
  • Rabietas que parecen estar provocadas por problemas médicos, como dolores de oído constantes o un problema general de no encontrarse bien.

En estos casos, probablemente lo mejor sea hablar con el pediatra del niño para concertar algunas evaluaciones y ver si existe un problema general más grave que deba abordarse.

Cómo Care Options for Kids ayuda a abordar los comportamientos que subyacen a las rabietas

Si parece que las rabietas de su hijo van un poco más allá de lo que se ha descrito anteriormente, si hay algunos problemas de comportamiento definidos que se han arraigado, o si hay problemas de desarrollo que podrían estar obstaculizando el progreso de su hijo en esta área, trabajar con algún tipo de terapeuta profesional puede ser útil. Puede tratarse de un terapeuta del comportamiento, un terapeuta ocupacional o incluso un logopeda, dependiendo de la situación y las condiciones de que se trate. Care Options for Kids ofrece una solución única a estas situaciones haciendo que el terapeuta se desplace a su casa o al colegio de su hijo. La terapia en un lugar familiar, puede reducir la ansiedad o aprensión que su hijo puede sentir de ir a un consultorio médico, y evitar más rabietas. Estar en el entorno familiar también permite al profesional hablar con la familia, obtener más información sobre los comportamientos, los desencadenantes y la dinámica familiar, así como conseguir que los miembros de la familia participen en cualquier refuerzo correctivo, técnica terapéutica u observación. Además, el hecho de que el terapeuta se desplace a su domicilio puede reducir drásticamente el tiempo necesario para ausentarse del trabajo o del colegio, preparar al niño, los desplazamientos, etc. Si cree que su hijo podría beneficiarse de un terapeuta a domicilio o en la escuela, no dude en ponerse en contacto con nosotros hoy mismo.

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