Aunque los síntomas sean mínimos o inexistentes, sigue siendo duro ver a su hijo con tortícolis infantil. Afortunadamente, se trata de una afección muy manejable y tratable, sobre todo si se detecta pronto. Esta guía informativa le ayudará a comprender mejor la tortícolis infantil, incluidas las causas y las opciones de tratamiento, para que pueda tomar decisiones seguras para la salud de su hijo.
¿Qué es la tortícolis infantil?
La tortícolis infantil, también llamada cuello de tortuga, es una afección en la que un problema en los músculos del cuello hace que la cabeza se tuerza y se incline en un ángulo extraño. El término tiene su origen en las palabras latinas para cuello (collum) y torcer (tortus), por lo que tortícolis significa literalmente cuello torcido. Se trata de una afección relativamente frecuente que puede presentarse al nacer o desarrollarse en los seis primeros meses de vida.
Hay dos tipos principales de tortícolis infantil: la congénita, que está presente al nacer, y la adquirida, que puede producirse por lesiones u otros factores. En la mayoría de los casos, la tortícolis es una afección inofensiva que causa poca o ninguna molestia, pero también puede ser un signo de una afección subyacente más grave. Por eso es importante diagnosticar y tratar la tortícolis en cuanto se detecte.
¿Qué causa la tortícolis en los bebés?
La tortícolis infantil, en particular la congénita, está causada por el acortamiento de los dos músculos largos del cuello, llamados esternocleidomastoideos, que unen la parte posterior de la cabeza al esternón y la clavícula. La tortícolis congénita puede desarrollarse por las siguientes causas:
- Posición en el útero
- Engrosamiento del tejido muscular
- Defectos de nacimiento
- Desarrollo muscular anormal
- Hematoma en los músculos del cuello
La tortícolis adquirida se relaciona más frecuentemente con espasmos musculares que pueden estar causados por una serie de factores que se producen en los primeros meses de vida. Entre ellos se incluyen:
- Infecciones víricas y bacterianas
- Lesiones
- Tejido cicatricial
- Reacción a los medicamentos
- Una forma de artritis en el cuello llamada espondilosis cervical
- Complicaciones relacionadas con la cirugía
- Reflujo gastroesofágico (ERGE)
En algunos casos, los médicos pueden ser incapaces de determinar la causa subyacente de la tortícolis infantil.
Síntomas de la tortícolis infantil
Muchos niños no presentan síntomas de tortícolis infantil más allá de la inclinación visible de la cabeza. Los casos más graves pueden presentar síntomas como:
- Rango de movimiento limitado en el cuello y la cabeza
- Inclina la cabeza en una dirección
- Rigidez o tensión muscular
- Hombros desiguales
- Pequeño bulto en los músculos del cuello, aproximadamente del tamaño de un guisante
- Dolor de moderado a intenso
- Dolores de cabeza
- Algunos bebés desarrollan una cabeza plana conocida como plagiocefalia posicional en uno o ambos lados por estar tumbados todo el tiempo en la misma dirección.
Si la tortícolis no se identificó al nacer, los padres deben concertar una cita con el pediatra de su hijo para diagnosticar estos síntomas y crear un plan de tratamiento.
Cómo diagnosticar la tortícolis en los bebés
Si un niño parece presentar signos de tortícolis infantil, los médicos pueden realizar los siguientes pasos para confirmar el diagnóstico e intentar identificar la causa subyacente:
- Revisar el historial médico
- Hacer preguntas sobre los síntomas y el comportamiento
- Evaluar visualmente el grado de torsión e inclinación.
- Realizar un examen práctico para detectar músculos hinchados o rígidos.
- Pedir imágenes diagnósticas, como radiografías, tomografías computarizadas (TC) o resonancias magnéticas (RM), para detectar posibles problemas, como desalineación de la columna vertebral o daños en los ligamentos, que puedan estar contribuyendo a la enfermedad.
Una vez diagnosticada la enfermedad, las familias y los médicos pueden colaborar para desarrollar un plan de tratamiento de la tortícolis infantil.
Cómo tratar la tortícolis infantil
Para la mayoría de los bebés, la forma común de tratamiento es una serie de ejercicios y cambios posturales para ayudar a ajustar lentamente los músculos del cuello. Estos incluyen:
- Mueva suavemente la cabeza de su bebé hacia el lado opuesto varias veces al día y aumente lentamente la amplitud del movimiento con el tiempo.
- Pasar mucho tiempo boca abajo, o tumbar al bebé boca abajo durante un breve periodo cada día, para ayudar a fortalecer los músculos del cuello y los hombros.
- Acostar al bebé con la cabeza hacia el otro lado para la siesta y la hora de dormir
- Fomentar el movimiento de la cabeza en sentido contrario durante el tiempo de juego y actividad mediante juguetes y objetos.
- Algunos médicos pueden sugerir llevar a su hijo a un fisioterapeuta
En los casos más graves, el pediatra puede remitirle a un especialista, como un fisiatra, un neurólogo o un cirujano ortopédico, si los ejercicios iniciales no son eficaces o existe una enfermedad subyacente más grave.
Cuidados del lactante con tortícolis
Los casos menos graves de tortícolis infantil implican unos cuidados mínimos para el niño, más allá de la realización regular de ejercicios y citas de seguimiento para controlar su evolución. Si es necesario un tratamiento más serio, como la cirugía, los bebés generalmente requerirán fisioterapia y rehabilitación, medicamentos y asistencia nutricional.
En muchas situaciones, las familias de niños con tortícolis infantil se benefician de la asistencia y el apoyo de los servicios de salud pediátrica a domicilio. Un profesional sanitario a domicilio cualificado y compasivo puede ayudar con una amplia variedad de necesidades asistenciales, como ayudar con ejercicios y otras terapias, proporcionar apoyo nutricional, administrar medicamentos y acompañar a su pequeño a las citas.
La asistencia sanitaria pediátrica a domicilio puede ser como una extensión de su familia, ayudando a su hijo a desarrollarse y a recibir los cuidados y la atención que necesita para gestionar con éxito un diagnóstico como la tortícolis infantil.
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