Cuidar de un ser querido es el último acto de amor. Primero, te enteras de que alguien a quien quieres más que a la vida misma tiene un problema de salud grave. Después, intentas hacer las paces con esta nueva realidad. Te dices a ti mismo que tu ser querido superará las adversidades y que es bueno que estés ahí para ayudarle y hacerle la vida lo más cómoda posible.
Desde que te levantas hasta que te acuestas -si es que te acuestas-, les controlas, les preparas la comida, mulles las almohadas, les lees, les das la medicación, les ayudas con su higiene personal. Día tras día, son tu razón de vivir. Pero, ¿qué ocurre cuando todo se vuelve demasiado?
Aunque pueda sentir que no es una prioridad debido a las circunstancias, no reconocer los síntomas del agotamiento del cuidador podría tener un efecto perjudicial en su salud, tanto física como mental. Entonces, ¿qué es el agotamiento del cuidador? ¿Cómo puede saber si lo padece? Y, ¿qué puede hacer para mejorar su situación y la de su familia?
¿Qué es el agotamiento del cuidador?
El agotamiento del cuidador es el término utilizado para describir cuando una persona experimenta agotamiento físico, mental y emocional por ser el cuidador principal de otra persona. La persona se siente agotada, exhausta e incluso su estado de ánimo cambia: pasa de una actitud siempre dispuesta a ayudar a estar molesta, enfadada o abatida. Para colmo de males, el agotamiento del cuidador a menudo hace que la persona se sienta culpable por tener sentimientos negativos sobre sus deberes como cuidador.
Ser cuidador suele tener un alto coste emocional, sobre todo cuando se cuida a un ser querido. Sin embargo, hay otros factores que pueden provocar el agotamiento, como imponerse cargas excesivas a uno mismo. Esto incluye proporcionar cuidados las 24 horas del día, agotar sus recursos económicos y/o descuidar su propio cuidado.
¿Qué es la fatiga por compasión?
Por si el agotamiento del cuidador no fuera suficientemente grave, quienes lo padecen también pueden sentir fatiga por compasión. Se trata de una respuesta emocional a la exposición constante al sufrimiento de otra persona. La fatiga por compasión te hace sentir enfadado con la enfermedad que está afectando a la salud de tu ser querido, y puede hacer que te sientas aislado, desmoralizado y puede provocar trastornos del sueño.
Signos de agotamiento del cuidador
Los síntomas de la fatiga por compasión aparecen gradualmente y empeoran con el tiempo a medida que no se obtiene ningún respiro de las responsabilidades asistenciales. Los signos más comunes son:
- Pérdida de interés por actividades que antes disfrutaba
- Irritabilidad
- Cambios en el apetito
- Enfermarse con frecuencia
- Alejamiento de amigos y otros miembros de la familia
- Sentirse física y emocionalmente agotado
Cómo prevenir el agotamiento del cuidador
Hay varias cosas que puede hacer para prevenir el agotamiento del cuidador. Estas opciones también pueden ayudar a aliviar la carga si ya te sientes abrumado.
1. Ser realista
Sea sincero consigo mismo sobre todos los aspectos relacionados con sus tareas de cuidador. Si la enfermedad de tu ser querido es progresiva o terminal, necesitará cuidados constantes, y tú necesitarás un descanso de vez en cuando: para comer, ducharte, dormir o incluso tomarte un tiempo para descomprimirte.
2. Acepta lo que sientes
Está bien sentirse asustado, abrumado, frustrado o resentido. Esto no significa que cuides menos a tu ser querido. Para preservar tu salud mental, tienes que ser honesto sobre cómo te sientes, reconocer cómo te sientes y reconocer que eso te hace humano.
3. Conozca sus límites
Si tienes responsabilidades adicionales, como cuidar a los niños, limpiar la casa o comprar alimentos, en algún momento tendrás que reconocer que sólo sois uno y que hay demasiado que hacer. Si su ser querido necesita una atención más especializada -por ejemplo, alimentación por sonda nasogástrica, medicación intravenosa o control de su respiración-, es posible que no pueda hacerlo todo usted solo.
4. Obtener ayuda
Reconoce que necesitas a alguien que te ayude a cuidar de tu ser querido, no porque no puedas hacerlo tú solo, sino porque no es razonable esperar que atiendas las necesidades de esa persona las 24 horas del día, los 7 días de la semana. Busca a alguien de confianza, como otro familiar o un cuidador profesional.
5. Buscar mecanismos de afrontamiento
Éstas variarán de una persona a otra. Una vez que hayas conseguido que alguien te ayude, busca cosas que sepas que te harán sentir mejor. Por ejemplo, ver tu programa de televisión favorito, dormir siestas con regularidad, hablar con un terapeuta o dar paseos diarios.
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